lunes, 13 de mayo de 2013

Hola chicas os acabo de subir dos capítulos ..perdonad pero no estuve todo este tiempo porque estaba de viaje y no me lleve la Laptop yo solo os pido que por favor comentéis solo eso....me haría muchísima ilusión.
Helen.
Quimica Perfecta


Capitulo 14



Vaya, esto sí que es fuerte. Estamos en el despacho del director. Ducant y Peterson a un lado, y la señorita Perfecta y el idiota de su novio al otro... y yo plantado aquí, solo. Nadie está de mi parte, eso es obvio.

Ducant carraspea antes de aseverar:

- Justin, esta es la segunda vez en dos semanas que estás en mi despacho.

Eso sí que es un buen resumen. Este tipo es un verdadero genio.

- Señor -digo. Le sigo el juego porque estoy harto de que la señorita Perfecta y su novio controlen a todo el jodido instituto-. He tenido un pequeño percance durante la comida y se me han manchado los pantalones de grasa. Pero en lugar de faltar a clase, he pedido a un amigo que me busque estos para cambiarme -le explico, señalando los vaqueros nuevos que Ryan ha conseguido encontrar en mi casa-. Señora Peterson -digo, volviéndome hacia mi profesora de química-. No podía permitir que una pequeña mancha me obligara a perderme una de sus valiosísimas lecciones.
- No intente convencerme, Justin -resopla Peterson-. Está aquí por sus payasadas -continúa, alzando la mano al aire. A continuación, mira a _____ y a Joe como si les invitara a atacarme, hasta que finalmente añade-: Y no crean que ustedes dos han actuado mucho mejor.
_____ está conmocionada por la reprimenda, aunque parecía divertirse mucho cuando la señora P. me recriminaba a mí.
- No podemos ser compañeros -espeta la señorita Perfecta.

Joe da un paso adelante.

- Puede hacer el proyecto con Darlene y conmigo. -Casi se me escapa la risa cuando veo la reacción de la señora P. ante el comentario de Joe. Se le han enarcado las cejas en un gesto tan exagerado que parece que, en cualquier momento, vayan a salírsele de la cara.
- ¿Y qué les hace creer que son tan especiales como para pensar que voy a cambiar la organización de mi clase? -¡A por ellos, Peterson!
- Nadine, ya me encargo yo -interviene Ducant, antes de señalar una foto de nuestro instituto enmarcada en la pared. Los chicos de la zona norte no tienen tiempo de responder a la pregunta de la señora P. porque Ducant prosigue-: Chicos, el lema del Instituto Fairfield es “La diversidad genera conocimiento.” Si se os olvida en cualquier momento, está grabado en la estela de piedra de la entrada principal, así que la próxima vez que paséis por allí deteneos un momento para pensar en el significado de esas palabras. Puedo aseguraros que mi principal objetivo como nuevo director es recomponer cualquier brecha que se haya abierto en la política del instituto y que amenace con invalidar ese lema.

De acuerdo, así que la diversidad genera conocimiento. Sin embargo, yo añadiría que también genera odio e ignorancia. Lo he visto con mis propios ojos. No me apetece manchar la visión de color de rosa del lema al que Ducant hace referencia, porque empiezo a pensar que nuestro director cree realmente en todas las gilipolleces que le salen por la boca.

- El director Ducant y yo estamos de acuerdo. Teniendo eso en cuenta... -Peterson me fulmina con una de sus miradas, que con toda seguridad debe de ensayar frente al espejo-. Justin, deje de provocar a _____y -insiste, pero luego lanza la misma mirada a los dos chicos que están al otro lado del despacho-. _____, deja de comportarte como una diva. Y Joe... ni siquiera sé qué pinta usted aquí.

- Soy su novio.
- Entonces les agradecería que mantuvieran su relación fuera de mi clase.
- Pero... -empieza Joe.

Peterson le corta en seco agitando una mano- Ya es suficiente. Nosotros hemos acabado y ustedes también.

Joe coge a su diva de la mano y los dos salen del despacho.

Justo cuando me propongo hacer lo mismo, Peterson me agarra del codo.

Me detengo y la miro a los ojos, reparando en la simpatía grabada en su expresión. No me hace nada de gracia.

- ¿Sí?
- Ya te he calado, ¿sabes?

Necesito borrarle esa mueca afectuosa de la cara. La última vez que un profesor me miró de ese modo, fue en primer curso, justo después de que le dispararan a mi padre.

- Solo llevamos dos semanas de clases, Nadine. Quizás quieras esperar un mes o dos antes de hacer una afirmación como esa.

Ella suelta una risita y prosigue:

- No llevo mucho tiempo enseñando, pero he visto en mis clases a más Justin Bieber de los que verá la mayoría de los profesores en toda su vida.
- Pensaba que era único -digo, llevándome la mano al pecho-. Me ha ofendido, Nadine.
- ¿De verdad quieres ser único, Justin? Pues termina el instituto, gradúate y ve a la universidad.
- Ese es el plan -digo, aunque es la primera vez que lo admito abiertamente. Sé que mi madre quiere que me gradúe, pero nunca hablamos del tema. Y, a decir verdad, no estoy muy seguro de que sea algo que dé por sentado.
- Todos dicen lo mismo al principio -confiesa ella, abriendo el bolso y sacando mi bandana-. No dejes que tu vida fuera del instituto dicte tu futuro -añade, esta vez muy seria.
Me guardo la bandana en el bolsillo trasero de los vaqueros. Ella no tiene ni idea de cómo la vida fuera del instituto influye en la que llevo dentro él. Ni un edificio de ladrillo rojo podría protegerme del mundo exterior. Joder, ni siquiera podría esconderme aquí dentro por mucho que quisiera.

- Ya sé lo que va a decir ahora... «Si alguna vez necesitas una amiga, Justin, puedes contar conmigo».
- Te equivocas, yo no soy tu amiga. Si lo fuera, no pertenecerías a una banda. Pero he visto las calificaciones de tus exámenes. Eres un chico inteligente, y puedes triunfar si te tomas en serio el instituto.

Triunfar. Triunfar. Ahora todo es relativo, ¿no?

- ¿Puedo irme ya a clase? -pregunto porque no sé qué contestarle. Estoy preparado para aceptar que mi profesora de química y el nuevo director no estén de mi lado... aunque tampoco estoy muy seguro que lo estén del otro. Eso me rompe un poco los esquemas.
- Sí, ve a clase, Justin.

Todavía estoy pensando en lo que me ha dicho Peterson cuando la oigo gritar:

- Y si vuelves a llamarme Nadine, tendrás el placer de recibir otra papeleta de castigo, además de escribir una redacción sobre el respeto. Recuérdalo, no soy tu amiga.

Mientras camino por el pasillo, no puedo evitar esbozar una sonrisa. Esta mujer empuña las papeletas azules de castigo y las amenazas de redacciones como auténticas armas de fuego...

Quimica Perfecta <3


Capitulo 13


Justo después de llamar imbécil a Justin por las tonterías que dijo, la señora Peterson pide que prestemos atención.

- Cada pareja elegirá un proyecto de los que hay en este sombrero -anuncia-. Todos presentan los mismos retos y tendrán que quedar fuera de clase para trabajar en él.
-¿Y el fútbol? -interrumpe Joe-. No puedo perder el entrenamiento.
- Ni las animadoras tampoco -añade Darlene adelantándose a mí.
- El trabajo escolar es lo primero. Depende de sus compañeros y de ustedes encontrar el momento adecuado para las cosas -dice la señora Peterson mientras se planta te de nuestra mesa y sostiene en alto el sombrero.
- Esto, señora P... no habrá uno sobre la cura de la esclerosis múltiple, ¿no? -pregunta Justin con esa actitud de chulo que me saca de quicio-. Porque no creo que baste un año de trabajo escolar entero para realizar un proyecto de esa amplitud.

Ya puedo ver el gran suspenso en mi boletín de notas. Consejero de admisiones para Northwestern le traerá sin cuidado que fuera mi compañero de laboratorio el responsable de que nos catearan el proyecto, A este tío no le importara.

- Tengo que ir a mear.

La profesora se lleva una mano a la cadera y, con una expresión ceñuda, le dice:

- Cuide su lenguaje. Y que yo sepa, no necesita sus libros para ir al cuarto de baño. Déjelos en la mesa.

Justin hace una mueca, pero coloca los libros en la mesa.

- Ya le dije que nada de accesorios relacionados con bandas en mi clase -dice la señora Peterson mirando la bandana que tiene entre las manos. Tiende la mano y añade-: Démela.

Él mira a la puerta y después a la señora Peterson.

- ¿Y qué pasa si me niego?
- Justin, no estire de la cuerda. Tolerancia cero. ¿Quiere que le expulsen? -le amenaza, agitando los dedos para que le entregue la bandana de inmediato.

Frunciendo el ceño, Justin coloca lentamente la bandana en la mano de la profesora.
La señora Peterson se queda boquiabierta cuando finalmente se la arrebata.

- ¡Ay, madre! -grito al ver la enorme mancha que lleva en la bragueta...

Todos los estudiantes, uno a uno, estallan en carcajadas, pero la risa de Joe es la que más destaca.

- No te preocupes, Bieber. Mi abuela tiene el mismo problema. Nada que no pueda arreglarse con un pañal.

Las palabras de Joe me impactan porque la mención de los pañales para adultos me recuerda inmediatamente a mi hermana. Reírse de los adultos que no pueden valerse por sí mismos no tiene ninguna gracia, porque Rosalie es una de esas personas.

Justin luce su enorme y arrogante sonrisa y le dice a Joe:

- Tu novia no podía apartar las manos de mis pantalones. Me estaba enseñando una nueva aplicación para los calentadores de manos, colega.

Esta vez ha ido demasiado lejos. Podría decirse que no tengo experiencia en esos campos pero tampoco es para que diga que soy capaz de hacer semejante barbaridad... Me pongo en pie. Mi taburete chirría contra el suelo.

- Ya te gustaría -le suelto.

Justin está a punto de decirme algo cuando la señora Peterson grita:

- ¡Justin! -Y tras aclararse la garganta, añade-: Ve a la enfermería y arréglate. Coge tus libros porque después irás a ver al director Ducant. Te veré en su despacho junto a tus compañeros Joe y _____.

Justin coge bruscamente los libros de la mesa y sale de clase. Vuelvo a sentarme con calma en el taburete. La señora Peterson procura que el resto de la clase guarde silencio mientras medito sobre mi efímero éxito al evitar a Jasmine Villegas. Si cree que represento una amenaza para su relación con Justin, los rumores que seguro acabarán extendiéndose pueden resultar mortales... para mi.

viernes, 3 de mayo de 2013

Quimica Perfecta

Capitulo 12

- Pues tu amiguito está sentado justo allí, con la tía buena de su novia.

Me basta una sola mirada a la señorita Perfecta para que se dispare todo mi sistema de alarma. Cree que soy un drogata. Todos los días tengo que superar el temor de lidiar con ella en clase de química.

- Esa tía tiene la cabeza llena de pájaros, tío -añado.
- He oído que esa petarda te ha faltado el respeto delante de los suyos -dice un tío llamado Pedro mientras él y un grupo de chicos toman asiento junto a nosotros con sus bandejas de la cafetería o la comida que han traído de casa.

Niego con la cabeza, preguntándome lo que habrá dicho _____ de mí y qué medidas deberé de tomar para tenerlo todo bajo control.

- Tal vez me desee y no conozca otra manera de llamar mi atención.

Lucky ríe con tanta fuerza que todos los que están a pocos metros de nosotros nos miran.

- Ni de coña, _____ Clapp no se acercaría a menos de sesenta metros de ti por voluntad propia, así que ni hablemos de salir contigo, colega -dice-. ¿Te acuerdas de la bufanda que llevaba la semana pasada? Pues puede que esa prenda cueste tanto como todo lo que hay en tu casa.

La bufanda. Como si los pantalones y la camiseta de diseño que lleva no fueran lo suficientemente modernos, se pone esa bufanda, puede que para alardear de lo rica e intocable que es. Seguro que es toda una profesional eligiendo el tono exacto para que encaje con sus ojos de color café.

- Joder, te apuesto mi RX-7 a que no eres capaz de conseguir sus bragas antes de las vacaciones de Acción de Gracias -me desafía Lucky, interrumpiendo mis perversos pensamientos.
- ¿Quién querría hacer algo así? -rebato. Puede que también sean de diseño y lleven sus iniciales bordadas en la parte delantera.
- Todos los tíos del instituto.

No hacía falta recalcar lo que ya es evidente.

- Es una chiquilla pija.

No salgo con chiquillas, ni nenas malcriadas, ni tampoco con niñatas cuya idea del trabajo duro es pintarse sus largas uñas de un color diferente cada día para que peguen con el conjunto que llevan puesto. Saco un cigarrillo del bolsillo y lo enciendo, haciendo caso omiso de la política del centro que prohíbe fumar en el recinto del instituto. Últimamente he fumado un montón. Ryan me lo hizo notar anoche cuando salimos a dar una vuelta.

- ¿Y qué pasa? Vamos, Justin. No seas imbécil. Mírala.
Echo un vistazo. Tengo que admitir que está buena. Tiene el pelo largo y brillante, una nariz aristocrática, los brazos ligeramente bronceados y algo musculados en los bíceps (me preguntó si hará ejercicio). Y unos labios carnosos que cuando sonríen te hacen pensar que la paz mundial sería posible si todo el mundo sonriera como ella.

Aparto esas ideas de mi mente. ¿Y qué pasa si está buena? Es una petarda de primera.

- Demasiado flaca -espeto.
- Te gusta -dice Lucky, recostándose sobre la hierba-. Pero sabes que, como el resto de chicanos de la zona sur, nunca podrás tenerla.

Hay algo en mí interior que se enciende. Llamémoslo mecanismo de defensa. Llamémoslo prepotencia. Antes de que pueda desconectarlo, digo:

- En dos meses habré catado a esa tía. Si de verdad quieres apostar tu RX-7, acepto.
- Estás pirado, tío -dice Lucky, y al ver que no contesto, añade frunciendo el ceño-: ¿Hablas en serio, Justin?

El tío va a echarse atrás, quiere más a su coche que a su madre (xD)...

- Claro.
- Si pierdes, me quedo con Julio -dice Lucky, y su expresión ceñuda se transforma en una sonrisa malvada.

Julio es mi posesión más preciada: una vieja Honda Nighthawk 750. La rescaté del depósito y la convertí en una moto de líneas depuradas. Hacerlo me llevó un montón de tiempo. Es la única cosa en mi vida que, en lugar de echar a perder, he mejorado.

Lucky no va a rajarse. Ahora me toca a mí rechazar o aceptar el reto. El problema es que nunca me he echado atrás... ni una sola vez en toda mi vida.

Estoy seguro de que la chiquilla pija más popular del instituto va a aprender un montón de cosas saliendo conmigo. La señorita Perfecta ha declarado que nunca saldría con el miembro de una banda, pero apuesto a que ningún MuXBlood ha intentado colarse alguna vez en esos pantalones de diseño.

No resultaría más imposible o inverosímil que un encontronazo entre las bandas rivales de los Folks y los People, un sábado por la noche.

Apuesto a que todo lo que necesito para ligarme a _____ es un poco de coqueteo. Ya sabéis, un juego de palabras, una toma y da que aumenta tu percepción del sexo opuesto. Puedo matar dos pájaros de un tiro: devolvérsela a Cara Burro quitándole a su chica y devolvérsela a _____ Clapp por haberse chivado de mí al director, y por dejarme en ridículo delante de sus amigas. Puede ser divertido.

Me imagino a todo el instituto siendo testigo de la inmaculada niña pija babeando por el chicano al que ha profesado odio eterno. Imagino su culo blanco y apretado cayendo al suelo cuando haya acabado con ella.

Le tiendo la mano a Lucky...





Bueno cariños aqui os dejo tres capitulos seguidos  siento no haber estado esque estoy en los finales del 3er trimestre del colegio y tengo que estudiar si puedo despues os subo mas capitulos x favor comentad nunca habeis comentado y me encantaria
hele
Quimica Perfecta

Capitulo 11

- Bien -respondo, omitiendo el hecho de que me hayan puesto a Justin de compañero-. Tengo una profesora de química muy dura.
- No tendrías que haber cogido química -interviene mi padre-. Si no consigues un sobresaliente, tu nota media se vendrá abajo. Es muy difícil entrar en una universidad como Northwestern, y no van a levantar un dedo solo porque sea mi alma máter.
- Lo entiendo, papá -digo, terriblemente deprimida. Si Justin no se toma en serio nuestro proyecto, ¿cómo voy a sacar un sobresaliente?
- La nueva cuidadora de Rosalie ha empezado hoy -le informa mi madre-. ¿Te acuerdas?

Mi padre se encoge de hombros porque cuando la última cuidadora se marchó, él insistió en que Rosalie debería vivir en algún tipo de residencia en lugar de en casa. No recuerdo haber gritado más en mi vida de cómo lo hice entonces, porque nunca permitiré que manden a Rosalie a un lugar donde la descuiden y no la comprendan. Yo tengo que estar pendiente de ella. Esa es la razón por la que entrar en Northwestern es tan importante. Si estoy cerca de casa, puedo vivir aquí y asegurarme de que mis padres no la ingresen en un centro.

A las nueve llama Megan para quejarse sobre Darlene. Opina que ha cambiado durante el verano y ahora se lo tiene creído por estar saliendo con un universitario. A las nueve y media llama Darlene para decirme que sospecha que Megan está celosa porque sale con un universitario. A las nueve y cuarenta y cinco llama Leah diciéndome que ha hablado con Megan y Darlene y que no quiere entrometerse. Yo estoy de acuerdo con ella, aunque creo que ya es demasiado tarde.

Son las once menos cuarto cuando por fin termino mi redacción sobre el respeto para la señora Peterson y puedo ayudar a mi madre a acostar a Rosalie. Estoy tan cansada, siento que no puedo ni mantener levantada la cabeza. Cuando me acuesto, después de haberme puesto el pijama, marco el número de Joe.

-Hola, guapa -dice-. ¿Qué haces? -No mucho. Estoy en la cama. ¿Os habéis divertido en casa de Doug?
- No tanto como lo habría hecho si hubieras estado.
- ¿A qué hora has vuelto?
- Hace una hora. Me alegro de que hayas llamado.

Tiro de mi enorme edredón rosa hasta la barbilla y hundo la cabeza en mi mullida almohada.
- ¿De verdad? -le pregunto, esperando un cumplido, y con un tono de voz cariñoso, aniñado-: ¿Por qué?

Hace mucho tiempo que Joe no me dice que me quiere. Ya sé que no es la persona más cariñosa del mundo. Mi padre tampoco lo es. Pero es algo que necesito oír de Joe. Quiero que me diga que me quiere, que me echa de menos, que soy la chica de sus sueños.

Joe carraspea antes de decirme:
- Nunca hemos tenido sexo telefónico.

Vale, esas no son las palabras que esperaba. No debería sentirme ni decepcionada ni sorprendida. Él es un adolescente y soy consciente de que los chicos solo piensan en el sexo y en divertirse. Esta tarde, cuando leí la nota de Justin en la que hablaba de tener sexo duro, me esforcé por ignorar la extraña sensación que se me instaló en la boca del estómago. Lo que él no sabe es que soy virgen.

Joe y yo nunca hemos mantenido relaciones sexuales. Ni telefónicas ni reales. Estuvimos a punto de hacerlo en abril del año pasado, en la playa, detrás de la casa de Leah, pero me eché atrás. No estaba preparada.

- ¿Sexo telefónico?
- Sí. Tócate, ___. Y después me dices lo que estás haciendo. Eso me pone un montón.
- Y mientras me toco, ¿qué vas a hacer tú? -pregunto.
- Pelarme el pene. ¿Qué crees que voy a hacer, los deberes?

Me río. Es más una risa nerviosa porque no nos hemos visto mucho los dos últimos meses. Tampoco hemos hablado demasiado, y ahora quiere que en un solo día pasemos del «Me alegro de verte después de todo un verano separados» al «Tócate mientras me pelo el pene». Tengo la sensación de estar en medio de una canción de reggaetón.

- Vamos, ___ -me dice Joe-. Piensa que es una práctica antes de que lo hagamos de verdad. Quítate la camiseta y tócate.
- Joe... -digo.
- ¿Qué?
- Lo siento, pero no me apetece. Al menos, ahora no.
- ¿Estás segura?
- Sí. ¿Estás enfadado?
- No -dice-. Pensé que sería divertido darle un toque picante a nuestra relación.
- No sabía que te aburrieras.
- Las clases... el entrenamiento de fútbol... los mismos sitios a los que vamos. Supongo que después de un verano lejos de aquí ahora me agobia la misma rutina. Me he pasado las vacaciones haciendo esquí acuático, piruetas con tabla de surf y deportes de motor fuera de pista. Son cosas que hacen que se te acelere el corazón y la sangre te circule muy rápido, ¿sabes? Es un puro subidón de adrenalina.
- Suena genial.
- Lo fue, ___.
- Sí.
- Y estoy preparado para ese subidón de adrenalina... contigo..
Quimica Perfecta

capitulo 10


- Sí, el primer día otra vez -digo mientras mezclo bien su comida y la dejo sobre la mesa. Le meto una cuchara de comida triturada en la boca mientras continúo hablando-. Y a mi profesora de química, la señora Peterson, se le daría genial ser monitora en un campamento militar. He leído detenidamente el programa de estudios. No hay una semana en la que no haya programado un examen o alguna prueba. Este año no va a ser nada fácil.

Mi hermana me mira, intentando descifrar lo que le estoy contando. Su expresión de concentración me dice que me apoya y me entiende aunque no pueda expresarlo con palabras. Porque cada palabra que sale de su boca es todo un suplicio. A veces me gustaría decirlo por ella, porque siento su desesperación como si fuera la mía propia.

- ¿No te ha gustado Baghda? -pregunto con dulzura.

Mi hermana niega con la cabeza. Y no le apetece hablar de ello, lo sé por la manera en la que se le tensan los labios.

- Ten paciencia –digo-. No es fácil llegar a una casa nueva y no saber qué hacer.

Cuando Rosalie termina de comer, le traigo las revistas para que pueda echarles un vistazo. A mi hermana le encantan las revistas. Mientras se entretiene hojeándolas, me hago un bocadillo de queso y me siento en la mesa para ponerme con los deberes mientras como.

Oigo que se abre la puerta del garaje justo en el momento en el que saco la hoja de papel que la señora Peterson me ha dado para escribir la redacción sobre el respeto.

- ___, ¿dónde estás? -grita mi madre desde el vestíbulo.
- En la cocina -respondo yo.

Mi madre entra desenfadadamente en la cocina con una bolsa de la tienda Neiman Marcus colgada del brazo.

-Toma, esto es para ti.

Cojo la bolsa y saco una camiseta azul claro del diseñador Geren Ford.

-Gracias -digo, intentando no darle mucha importancia frente a Rosalie, quien nunca recibe un regalo de mi madre. Aunque tampoco le importa. Está demasiado absorta mirando las fotos de las famosas mejor y peor vestidas, y de su brillante bisutería.

-Pega muy bien con esos vaqueros negros que te compré la semana pasada -añade mientras saca del congelador unos filetes y empieza a descongelarlos en el microondas-. Dime... ¿cómo le iba a Baghda cuando llegaste a casa?
- No muy bien –digo-. Tienes que enseñarle a hacer las cosas.

No me extraña que mi madre no responda. Mi padre entra por la puerta de la cocina un minuto después, quejándose del trabajo. Es el dueño de una empresa de producción de circuitos integrados y ya nos ha explicado que este es un año flojo, y pese a ello, mi madre sigue saliendo y comprando de todo, y mi padre me ha regalado un BMW por mi cumpleaños.

- ¿Qué hay para cenar? -pregunta mi padre mientras se afloja la corbata. Parece cansado y ajado, como de costumbre.
- Filetes -contesta mi madre sin apartar la vista del microondas.
- No me apetece una cena pesada -dice él-. Solo algo ligero.
-¿Huevos? ¿Espagueti? -resopla mi madre, apagando el microondas y enumerando sugerencias a oídos sordos.

Mi padre sale de la cocina. Incluso cuando está aquí físicamente, sé que su mente sigue en el trabajo.

- Me da igual, pero que sea ligero -vocea.

Es en momentos como estos cuando siento lástima por mi madre. Mi padre no le presta mucha atención. Cuando no está trabajando, está de viaje de negocios o simplemente no le apetece estar con nosotras.

- Haré una ensalada -digo mientras saco la lechuga del frigorífico.

Por su sonrisa, diría que mi madre agradece la ayuda, preparamos la cena juntas, pero en silencio. Pongo la mesa mientras mi madre trae la ensalada, unos huevos revueltos y pan tostado. Masculla algo sobre no ser valorada; supongo que quiere que la oiga pero que no haga ningún comentario al respecto. Rosalie sigue absorta en sus revistas, ignorante de la tensión que hay entre nuestros padres.

- El viernes me voy a China y estaré allí dos semanas -anuncia mi padre al regresar a la cocina en pantalones de chándal y camiseta. Se desploma sobre su asiento, el que preside la mesa, y se sirve algo de huevos revueltos en el plato-. Nuestro distribuidor de allí está repartiendo material defectuoso y tengo que averiguar la cantidad.
- ¿Y la boda de DeMaio? Es este fin de semana y ya hemos confirmado nuestra asistencia.

Mi padre deja caer el tenedor y mira a mi madre.

- Sí, estoy seguro de que la boda del hijo de los DeMaio es más importante que mantener a flote mi negocio.
- Bill, yo no he insinuado que tu negocio sea menos importante -rebate mi madre, dejando también caer el tenedor sobre el plato. Es increíble que no tengamos todos los platos desportillados-. No obstante me parece una grosería cancelar ese tipo de cosas en el último momento.
- Puedes ir tú sola.
- ¿Y qué la gente empiece a cuchichear sobre la razón por la que no me has acompañado? No, gracias.

Esta es la típica conversación durante la cena de los Clapp. Mi padre hablando sobre lo duro que es su trabajo, mi madre intentando fingir que somos una familia feliz y Rosalie y yo manteniéndonos al margen de todo.

- ¿Cómo te ha ido el instituto? -pregunta finalmente mi madre...